domingo, abril 07, 2013

Domingo In Albis


Santo Evangelio según San Juan 20, 19-31.
Se toma la Homilía comentando la Epístola del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1–17
Sermón de San Agustín, Obispo

La solemnidad de la Pascua termina con las fiesta de hoy y los neófitos (recién bautizados) mudan sus vestidos, pero de tal suerte, que la blancura del hábito que deponen, la conserven siempre en el corazón. Hallándolo es, en un tiempo de indulgencia y de perdón, nuestro primer deber en este día consiste en celebrarlas tan santamente, que la mayor libertad concedida al cuerpo no sea un obstáculo a la pureza del alma, sino que absteniéndonos de toda intemperancia y lascivia, procuremos una sobria templanza y una santa pureza, de tal modo, que obtengamos con la pureza del alma lo que no adquirimos durante estos días con la abstinencia corporal.

A todos cuantos están encomendados a nuestra solicitud se dirigen ciertamente nuestras palabras. Con todo, terminado hoy la solemnidad de los misterios de Pascua, nos dirigimos sobretodo a vosotros, noveles retoños de santidad, regenerados en el agua y el Espíritu Santo. Renuevos piadosos, ejercito novel, flores de nuestro honor y frutos de nuestra labor, gozo y corona mía, todos cuantos permanecéis en el Señor. Os hablo con las palabras del Apóstol: “He aquí que ha pasado ya la noche, y que se acerca del día; dejad, por lo mismo, las obras de las tinieblas, y revestíos con las armas de la luz. Andad honestamente, como se hace durante el día, no en comilonas y borracheras, no en deshonestidades y disoluciones, ni tampoco en contiendas y enviadas; mas revestíos de nuestro Señor Jesucristo” 

Pero tenemos todavía, dice San Pedro, un testimonio firme, el de los Profetas, al cual hacéis bien en mirar atentamente, como a una antorcha que luce en un lugar oscuro, hasta tanto que amanezca el día, y las estrellas de la mañana nazca en vuestros corazones”. “Ceñid, por consiguiente, vuestras cinturas y tened en vuestras cinturas y tened en vuestras manos las luces ya encendidas. Sed semejantes a los criados que guardan  a su amo cuando vuelve de las bodas”. He aquí que se acercan los días de los cuales dice el Señor: “Dentro de un poco ya no me veréis, y de ahí a otro poco me veréis”. Esta es la hora de la cual dijo: “Vosotros estaréis tristes, y los siglos se alegrarán”. Con lo cual nos advierte que la presente vida, en la cual peregrinamos, está llena de tentaciones: “Más de nuevo, dice, os veré, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará este vuestro gozo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar este blog