martes, agosto 11, 2015

Misioneros del Santísimo Rosario: Misioneros del Santísimo Rosario: Misioneros del S...


MES DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

DÍA:XI

Oh Corazón Inmaculado de María, lleno
de bondad, muéstranos tu amor por nosotros. Que la llama de tu corazón, oh
María, descienda sobre todos los hombres. Nosotros te amamos inmensamente. Imprime
en nuestros corazones el amor verdadero, para que así tengamos un deseo
continuo de ti. Oh María, dulce y humilde de corazón, acuérdate de nosotros
cuando estemos en pecado. Tú sabes que todos los hombres pecan. Concédenos, por
medio de tu Corazón Inmaculado, la salud espiritual. Haz que siempre podamos
contemplar la bondad de tu corazón maternal y que nos convirtamos por medio de
la llama de tu corazón. Amén.

Resumen de los mensajes
de Nuestra Señora de Fátima
"Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que El quisiera enviaros como reparación de los pecados con que El es ofendido y de suplica por la conversión de los pecadores?" (13 de Mayo, 1917).
"Jesús quiereservirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mi para adornar su Trono." (13 de junio de 1917).
"Nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios." (13 de junio de 1917).
"¡Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: OH, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María! (13 de Julio de 1917).
"Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzara otra peor". (13 de julio de 1917)
"Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas" (19 de agosto de 1917)
"Continuad rezando el rosario para alcanzar el fin de la guerra. E n Octubre vendrá también nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo". (13 de Septiembre de 1917)
"Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío, que soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario todos los días. ¡No ofendan más a Nuestro Señor, que está ya muy ofendido!" (13 de octubre de 1917)

HISTORIA DE SANTA FILOMENA


"Yo soy la hija de un príncipe que

gobernaba un pequeño estado de Grecia. Mi madre era también de la realeza.
Ellos no tenían niños. Eran idolatras y continuamente ofrecían oraciones y
sacrificios a sus dioses falsos. Un doctor de Roma llamado Publio, vivía en el
palacio al servicio de mi padre. Este doctor había profesado el cristianismo.
Viendo la aflicción de mis padres y por un impulso del Espíritu Santo les habló
acerca de nuestra fe y les prometió orar por ellos, si consentían a bautizarse.
La gracia que acompañaba sus palabras, iluminaron el entendimiento de mis
padres y triunfó sobre su voluntad. Se hicieron cristianos y obtuvieron su
esperado deseo de tener hijos.

Al momento de nacer me pusieron el nombre de

Lumena, en alusión a la luz de la fe, de la cual era fruto. El día de mi
bautismo me llamaron Filumena, hija de la luz (filia luminis) porque en
ese día había nacido a la fe. Mis padres me tenían gran cariño y siempre me
tenían con ellos. Fue por eso que me llevaron a Roma, en un viaje que mi padre
fue obligado a hacer debido a una guerra injusta.

Yo tenia trece años. Cuando arribamos a la capital nos

dirigimos al palacio del emperador y fuimos admitidos para una audiencia. Tan
pronto como Dioclesiano me vio fijo los ojos en mi.

El emperador oyó toda la explicación del príncipe, mi

padre. Cuando este acabó y no queriendo ser ya más molestado le dijo: yo pondré
a tu disposición toda la fuerza de mi imperio. Yo solo deseo una cosa a cambio,
que es la mano de tu hija. Mi padre deslumbrado con un honor que no esperaba,
accede inmediatamente a la propuesta del emperador y cuando regresamos a
nuestra casa, mi padre y mi madre hicieron todo lo posible para inducirme a que
cediera a los deseos del emperador y los suyos. Yo lloraba y les decía:
¿Ustedes desean que por el amor de un hombre yo rompa la promesa que he hecho a
Jesucristo? Mi virginidad le pertenece a Él y yo ya no puedo disponer de ella.

Pero eres muy joven para ese tipo de compromiso -me decían-

y juntaban las más terribles amenazas para hacerme que aceptara la mano del
emperador.

La gracia de Dios me hizo invencible. Mi padre no pudiendo

hacer al emperador ceder y para deshacerse de la promesa que había hecho, fue
obligado por Dioclesiano a llevarme a su presencia.

Antes tuve que soportar nuevos ataques de parte de mis

padres hasta el punto, que de rodillas ante mi, imploraban con lágrimas en sus
ojos, que tuviera piedad de ellos y de mi patria. Mi respuesta fue: No, no,
Dios y el voto de virginidad que le he hecho, esta primero que ustedes y mi
patria. Mi reino es el Cielo.

Mis palabras los hacía desesperar y me llevaron ante la

presencia del emperador, el cual hizo todo lo posible para ganarme con sus
atractivas promesas y con sus amenazas, las cuales fueron inútiles. El se puso
furioso e, influenciado por el demonio, me mandó a una de las cárceles del
palacio donde fui encadenada. Pensando que la vergüenza y el dolor iban a
debilitar el valor que mi Divino Esposo me había inspirado. Me venía a ver
todos los días y soltaba mis cadenas para que pudiera comer la pequeña porción
de pan y agua que recibía como alimento, y después renovaba sus ataques, que si
no hubiera sido por la gracia de Dios no hubiera podido resistir.
Yo no cesaba de encomendarme a Jesús y su Santísima Madre.

Mi cautiverio duró treinta y siete días, y en el medio de

una luz celestial, vi a María con su Divino Hijo en sus manos, la cual me dijo:
"Hija, tres días más de prisión y después de cuarenta días, se acabará
este estado de dolor." Las felices noticias hicieron mi corazón latir de
gozo, pero como la Reina
de los Angeles había añadido, dejaría la prisión, para sostener un combate más
terrible que los que ya había tenido. Pasé del gozo a una terrible angustia,
que pensaba me mataría. Hija, ten valentía, dijo la Reina de los Cielos y me
recordó mi nombre, el cual había recibido en mi Bautismo diciéndome: "Tu
eres LUMENA, y tu Esposo es llamado Luz. No tengas miedo. Yo te ayudaré. En el
momento del combate, la gracia vendrá para darte fuerza. El ángel Gabriel
vendrá a socorrerte, Yo le recomendaré especialmente a él, tu cuidado".

Las palabras de la

Reina de las Vírgenes me dieron ánimo. La visión desapareció
dejando la prisión llena de un perfume celestial.

Lo que se me había anunciado, pronto se realizó.

Dioclesiano perdiendo todas sus esperanzas de hacerme cumplir la promesa de mi
padre, tomó las decisión de torturarme públicamente y el primer tormento era
ser flagelada. Ordenó que me quitaran mis vestidos, que fuera atada a una
columna en presencia de un gran número de hombres de la corte, me hizo que me
latigaran con tal violencia, que mi cuerpo se bañó en sangre, y lucía como una
sola herida abierta. El tirano pensando que me iba a desmayar y morir, me hizo
arrastrar a la prisión para que muriera.

Dos ángeles brillante con luz, se me aparecieron en la

oscuridad y derramaron un bálsamo en mis heridas, restaurando en mi la fuerza,
que no tenía antes de mi tortura.

Cuando el emperador fue informado del cambio que en mi

había ocurrido, me hizo llevar ante su presencia y trato de hacerme ver que mi
sanación se la debía a Júpiter el cual deseaba que yo fuera la emperatriz de
Roma. El espíritu Divino, al cual le debía la constancia en perseverar en la
pureza, me llenó de luz y conocimiento, y a todas las pruebas que daba de la
solidez de nuestra fe, ni el emperador ni su corte podían hallar respuesta.

Entonces, el emperador frenético, ordenó que me enterraran,
con un ancla atada al cuello en las aguas del río Tiber. La orden fue ejecutada
inmediatamente, pero Dios permitió que no sucediera.

En el momento en el cual iba a ser precipitada al río, dos
ángeles vinieron en mi socorro, cortando la soga que estaba atada al ancla, la
cual fue a parar al fondo del río, y me transportaron gentilmente a la vista de
la multitud, a las orillas del río.

El milagro logró que un gran número de espectadores se
convirtieran al cristianismo.

El emperador, alegando que el milagro se debía a la magia,
me hizo arrastrar por las calles de Roma y ordenó que me fuera disparada una
lluvia de flechas. Sangre brotó de todas las partes de mi cuerpo y ordenó que
fuera llevada de nuevo a mi calabozo. El cielo me honró con un nuevo favor.
Entré en un dulce sueño y cuando desperté estaba totalmente curada. El tirano
lleno de rabia dijo: Que sea traspasada con flechas afiladas. Otra vez los
arqueros doblaron sus arcos, cogieron toda sus fuerzas, pero las flechas se
negaron a salir. El emperador estaba presente y se puso
furioso y pensando que la acción del fuego podía romper el encanto, ordenó que
se pusieran a calentar en el horno y que fueran dirigidas a mi corazón. El fue
obedecido, pero las flechas, después de haber recorrido parte de la distancia,
tomaron la dirección contraria y regresaron a herir a aquellos que la habían
tirado. Seis de los arqueros murieron. Algunos de ellos renunciaron al
paganismo y el pueblo empezó a dar testimonio público del poder de Dios que me
había protegido. Esto enfureció al tirano. Este determinó apresurar mi muerte,
ordenando que mi cabeza fuera cortada con un hacha.

Entonces, mi alma voló
hacia mi Divino Esposo, el cual me puso la corona del martirio y la palma de la
virginidad.

PAPAS DEVOTOS DE SANTA FOLOMENA

Papa Gregorio XVI, en
Enero 30 de 1837, solemnemente la elevó al altar dando completa autoridad a su
culto en todo el mundo católico y por toda la eternidad. Le dio el título de
Patrona del Rosario Viviente.En nuestro amor por Santa Filomena seguimos bien
la dirección y el ejemplo de los Romanos Pontífices:
Pío IX -En 1849 la nombró Patrona de los Hijos
de María.
Papa San Pío X elevó la Archicofraternidad
de Santa Filomena a Universal y nombró a San Juan Vianney su Patrón. Este Papa
y gran Santo de la Santa
Madre
Iglesia solemnemente declaró:
 "... desacreditar las presentes
decisiones y declaraciones concernientes a Santa Filomena como no siendo
permanentes, estables, válidas y efectivas, necesarias de obediencia, y en
completo efecto para toda la eternidad, procede de un elemento que es nulo y
vano y sin mérito y autoridad." (1912)
Leo XIII - Antes de su elección
al Papado, fue dos veces en peregrinación a su Santuario. Después de ser
nombrado el Vicario de Cristo, le dio una cruz de mucho valor al Santuario.
Aprobó la
Confraternidad
de Santa Filomena y la enriqueció con
indulgencias. La elevó a Archicofraternidad.
Pío X - Elevó la
Archicofraternidad
a Universal y nombró a San Juan María
Vianney su Patrón.
San Juan Vianney y
Sta. Filomena

San Juan Vianney era muy devoto de Santa Filomena. Existía un perfecto
entendimiento entre el Cura de Ars y
la Santa. La eligió como su patrona y el sentía su
presencia constantemente. La llamaba con los nombres mas tiernos y familiares y
no dudaba en inducir a otros a que invocaran su intercesión en sus necesidades
de cuerpo y alma.
Conoció a la Santa
a través de Pauline Jaricot, la cual le ofreció parte de la preciosa reliquia
que había obtenido en Mugnano. Inmediatamente se puso a trabajar para erigir
una Capilla en su Iglesia y así custodiar con dignidad la reliquia. El lugar
pronto se convirtió en escena de innumerables curaciones, conversiones y
milagros.
Devociones 
A través de las diferentes devociones a Santa
Filomena, se han producido muchas sanaciones y conversiones.

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