HISTORIA DE LA VIRGEN DEL CARMEN
El nombre del Carmen viene del Monte Carmelo o “viña de Dios”que está en Tierra Santa. Según el Libro de los Reyes, allí vivió el Profeta Elías con un grupo de jóvenes, dedicados a la oración. Corría el año 300 a J C, y una gran sequía asolaba la región; el Profeta subió a la montaña para pedir lluvia y divisó una nube de luminosa blancura de la cual brotaba el agua en abundancia; comprendió que la visión era un símbolo de la llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad se dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Carmen (o Carmelo).
UNA HISTORIA MILENARIA
Muchos acontecimientos han sucedido a través del tiempo, pero las oraciones continuaron elevándose desde el Carmelo: es que los hombres y las instituciones pasan, pero las obras de Dios permanecen porque participan un poco de su eternidad. Nace la Virgen María y llega a ser la madre del Salvador: según la tradición visitó a los monjes y los estimuló a continuar sus oraciones. Luego vino la pasión y muerte, seguidas de la resurrección y marcha al Cielo de Jesús, y más tarde de su Madre. Luego vendrán las invasiones musulmanas, pero las oraciones del Carmelo no se interrumpen sino que los monjes deciden trasladarse a Europa. Allí los encontramos en el Siglo XlII :su Superior, San Simón Stock estaba en oración, preocupado por nuevas persecuciones, cuando se le aparece la misma Madre de Dios para decirle: ”amadísimo hijo, recibe el escapulario de mi orden para que quien muriese llevándolo piadosamente, no padezca el fuego eterno”. El Papa Gregorio XIII declaró verdadera esta aparición después de serios estudios, y basándose en los favores que recibían los que usaban el escapulario. También fue reconocida esta aparición por el Papa Juan XXII, que recibió una nueva aparición de la Virgen , en la que prometía sacar del purgatorio el primer sábado después de su muerte a sus devotos.
¿QUÉ ES EL ESCAPULARIO?
Ya antes del siglo X, se los usaba
como símbolo de unión con una orden religiosa y su espiritualidad, aun viviendo
la vida corriente en medio del mundo. Consistían en una franja de tela igual al
hábito de los religiosos, que se introducía por la cabeza cayendo hacia
adelante y atrás, de ahí su nombre que viene de escápula”, espalda en latín; con el
tiempo redujeron su tamaño hasta el actual.. Lo importante es que no se trata
de un amuleto o de algo con poderes mágicos. Es un signo sacramental que hace
presente el amor de la Virgen
hacia quienes son buenos hijos de Dios, viven en su amistad, o sea gracia y
cumplen su ley. Hoy se sustituye para el uso diario por la medalla
correspondiente, ambos reciben las mismas indulgencias y pueden ser usados por
quienes no pertenecen a la
Cofradía.
ORACIÓN
¡Oh Virgen Santísima
Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Vos, que miráis con ojos de
particular bondad al que viste vuestro bendito Escapulario, miradme
benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección. Fortaleced
mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con
vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi
alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo
y de Vos. Asistidme en vida, consoladme cuando muera con vuestra amabilísima
presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto
vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.
Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Vos, que miráis con ojos de
particular bondad al que viste vuestro bendito Escapulario, miradme
benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección. Fortaleced
mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con
vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi
alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo
y de Vos. Asistidme en vida, consoladme cuando muera con vuestra amabilísima
presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto
vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.
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