miércoles, mayo 01, 2013

Sancte Ioseph Opificis Sponsi Beate Mariae Virginis Confessoris (San Jose Artesano Esposo de la Bienaventurada Virgen Maria, Confesor)



Desde muchos años atrás el primero de Mayo era celebrado en el mundo obrero como fiesta profana del trabajo, con manifestaciones publicas y discursos las más de las veces de tono anárquico y revolucionario, sembradores de odios de clases y de terror. Deseando el Papa Pio XII poner un remedio cristiano a tamaño mal, convirtió la antigua fiesta litúrgica del Patrocinio universal de San José, de mediados de abril, en fiesta de San José Obrero, que fijó precisamente el 1 de Mayo, para dar a los trabajadores de toda clase, del brazo y de la inteligencia y de cualquier otra actividad humana, un protector celestial y un modelo perfecto, y para despertar en los hombres, en medio de las luchas angustiosas por la vida, sentimientos de resignación y de santa esperanza, que es lo que falta más en el mundo atormentado de hoy. De este modo la Iglesia confía, una vez más, a la acción de la Liturgia la doble misión providencial de transformar en cristiana y conciliadora una fiesta profana y antisocial, y de elevar el trabajo de todo orden a la noble categoría de servicio de Dios y de negocio para el cielo. Tal es, en efecto, la finalidad excelsa de la ley del trabajo, que todos, cada cual a su modo, debemos cumplir, como la cumplió el Artesano de Nazaret. 

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