lunes, diciembre 31, 2012

Domingo de Infra Octava de Navidad


Santo Evangelio según San Lucas 2, 33-40

Homilía de San Ambrosio, Obispo.

Ved cómo la gracia ha sido comunicada copiosamente a todos con el nacimiento del Señor, y cómo la profecía ha sido negada a los incrédulos, no a los justos. He aquí que profetiza Simeón haber venido Nuestro Señor Jesucristo para la resurrección de muchos; para aprecias los méritos de los justos y de los pecadores, para darnos, como juez justo y equitativo, las recompensas o castigos debidos a nuestra obra. 
“Y tu alma será atravesada, por una espada”. Ni los libros ni la historia nos dan noticias de que María muriera victima de corporal martirio. Ya que, no el alma sino el cuerpo puede ser, atravesado por una espada. Y esto mismo manifiesta la penetración de María, no desconocedora del celestial misterio. Pues la palabra de Dios es poderosa y más aguda que la espada más afilada, penetrante hasta dividir el alma y el espíritu, y lo más intimo de nuestro ser, reveladora de los secretos del pensamiento y del corazón, ya que todo esta patente y manifiesto al Hijo de Dios, a quien no se ocultan los secretos de la conciencia.
Así que, profetizó Simeón, había profetizado la Virgen, había también profetizado la desposada y por lo mismo debió profetizar también la viuda, para que no faltase ninguna profesión o sexo. Y así vemos que se nos representa Ana tanto por los meritos de su viudez como por sus costumbres, que verdaderamente podemos creer fue digna de anunciar al Redentor de todos. De sus méritos no queremos tratar al presente, porque ya lo hicimos en nuestra exhortación a las viudas.

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