lunes, julio 18, 2011

18 de Julio San Camilo de Lelis, Confesor

Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero sino como tú quieres.(Mateo, 26, 39).
Después de una juventud disipada, San Camilo se convirtió a la edad de 25 años, y más tarde comenzó sus estudios para llegar a ser sacerdote y poder así asistir más útilmente a los enfermos en trance de muerte. Fue con este objeto que fundó la Orden de los Clérigos regulares. soportó, a su vez, con inalterable paciencia, cinco enfermedades sumamente penosas, que él llamaba las misericordias del Señor. A menudo se lo oía repetir estas palabras de San Francisco de Asís: "Tan grande es la felicidad que espero, que todas las penas se convierten para mí en motivo de alegría". Se durmió en el Señor el 14 de julio de 1614, a la hora que él mismo había predicho.

MEDITACIÓN DE CÓMO SACAR
PROVECHO DE LAS ENFERMEDADES
I. Dios nos envía a menudo enfermedades para retirarnos del pecado,
para hacer que llevemos una vida más santa y, para que, mediante la
meditación de la muerte, merezcamos una más alta recompensa.
Agradezcámosle, pues, la enfermedad tanto como la salud, porque las
aflicciones son presentes de Dios, menos agradables, sin duda, pero con
frecuencia más útiles que la prosperidad. Repitamos con Job: Si hemos
recibido los bienes de manos del Señor, ¿Por qué no habríamos de recibir
también los males ?
II. Dirijámonos a Dios, y roguémosle como el mismo Jesucristo rogó al
Padre eterno en el Huerto de los Olivos: "Padre mío, si ésa es vuestra
voluntad, si vuestra gloria y mi salvación lo piden, cúrame, consuélame".
Cuando así hayas invocado a Dios, déjalo hacer y confórmate con lo que
pueda sucederte. Por duras y penosas que sean nuestras aflicciones,
todavía sufrimos menos de lo que meremos. (Salviano).
III. Si Dios te deja en ese estado de sufrimiento, alábalo, agradécele,
adora su amable Providencia; si te cura, acuérdate de que es para que lo
sirvas. Cuídate de no pecar más; es la advertencia que daba Jesucristo a
los enfermos que sanaba. Cumple todas las buenas resoluciones que
hiciste y no pagues con ingratitud a tu amable bienhechor.
La resignación
Orad por los moribundos.

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