lunes, mayo 08, 2017

El 8 de Mayo y el 1er Domingo de Octubre fiesta de Nuestra Señora de Rosario de Pompeya
(Patrona principal de los Misioneros del Santísimo Rosario)

Bartolo Longo, devoto ferviente de María, una noche vio en sueños a un amigo muerto años atrás que le dijo “Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan”. Así comienza a difundir su culto, bajo el nombre de Virgen del Rosario de Pompeya. La devoción popular le lleva a buscar un lugar apropiado. Así surge el templo hoy existente en dicho lugar.

En el año 79 ocurrió la famosa erupción del Volcán Vesubio que sepultó a la pagana ciudad de Pompeya. Pompeya fue una ciudad de la Antigua Roma ubicada junto con Herculano y otros lugares más pequeños en la región de Campania cerca de la moderna ciudad de Nápoles, alrededor de la bahía del mismo nombre en la Provincia de Nápoles (sur de Italia). Las ciudades fueron totalmente destruidas y enterradas por la violenta erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 después de Cristo. A la una de la tarde del día 24 de agosto se produjo una explosión cien veces más potente que la de la bomba atómica lanzada en 1945 sobre Hiroshima, Japón. La parte más alta del Vesubio voló por los aires, comenzando la emisión de gases, polvo y cenizas a la atmósfera. Se calcula que la nube alcanzó entonces más de treinta kilómetros de altura. En Pompeya la aristocracia Romana gustaba pasar tiempo de recreo y fue sorprendida por la súbita destrucción. Sobre sus ruinas se edificó mas tarde una nueva ciudad. A comienzos del siglo XIX, descubiertas las ruinas de la ciudad, se instalaron en el valle cercano varias familias de campesinos que levantaron humildes viviendas y una pobre capilla.   SALVA A ESTA GENTE BARTOLO, PROPAGA EL ROSARIO
En 1872 llegó el abogado Bartolo Longo, quien trabajaba para la Condesa Fusco, dueña de ésas tierras. Longo se enteró al dialogar con los campesinos que las cosas no iban mal, aunque fue alertado por la presencia de individuos de malas costumbres, los que hacían que las cosas no fueran del todo agradables. Le comentaron que no había policías y que mientras hubo un cura, éste ejercía cierta autoridad, pero tras su muerte, eran pocos los que seguían firmes en la fe, por lo cual la capilla había quedado abandonada al no oficiarse misas. Allí la gente rezaba en sus casas.
Una noche Longo vio en sueños a un amigo muerto años atrás que le dijo “Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan”. A la mañana siguiente se levantó con la firme decisión de hacer lo que su amigo le había pedido. Longo trajo de Nápoles muchos Rosarios para repartir. A partir de entonces, recorrió las casas de los campesinos recomendando el rezo del Rosario y repartiendo imágenes religiosas. Al mismo tiempo, ayudado por algunos vecinos, se dio a la tarea de reparar la Capilla y en 1873 organizó la primera fiesta en la pequeña iglesia, aunque sin mucho éxito. Sus intentos por interesar a sus habitantes no eran exitosos. Tuvo entonces la idea de llevar hasta dicha área una imagen de Nuestra Señora del Rosario. En 1878, Longo obtuvo de un convento de Nápoles un cuadro de Nuestra Señora entregando el Santo Rosario a Santo Domingo y Santa Rosa de Lima que estaba por ser arrojado al fuego. La imagen que pudo conseguir era muy mala y no le ayudó mucho que la única forma que tuvo de hacérsela enviar fuera en un vagón de estiércol. La condesa Mariana de Fusco, amiga (y posteriormente esposa) del Beato Bartolo, creyó que el cuadro era tan horrible que dijo: «Debe haber sido pintado a propósito para destruir la devoción a Nuestra Señora». Sin embargo, una vez restaurado, se convirtió en el foco de numerosas peregrinaciones y el centro de un importante santuario de Nuestra Señora del Rosario. La restauración la realizó un pintor que cambió la figura de la Santa Rosa -no se sabe por qué- por la de Santa Catalina de Siena. Puesta sobre el altar del Templo, aún inconclusa, la Sagrada imagen comenzó a obrar milagros. Bartolo Longo, devoto ferviente de María, comienza a difundir su culto, bajo el nombre de Virgen del Rosario de Pompeya. Así surge el templo hoy existente en dicho lugar. El primer domingo de octubre de 1883 en la nueva iglesia en construcción se rezó por primera vez en público la SUPLICA “a la poderosa Reina del Rosario de Pompeya” que luego habría de repetirse en todo el mundo el día 8 de mayo y el primer domingo de octubre. Similar propagación tuvo la devoción de los QUINCE SÁBADOS, por la constante iniciativa de Bartolo Longo, quien falleció en 1926 y fue declarado beato el 26 de octubre de 1981. El 8 de mayo de 1887, el Cardenal Mónaco de la Valleta colocó a la venerada imagen una diadema de brillantes bendecida por el Papa León XIII y el 8 de mayo de 1891, se llevó a cabo la Solemne Consagración del nuevo Santuario de Pompeya, que existe actualmente. Esta advocación se extendió luego a varios países incluyendo América Latina.

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