acerada espada. Después de un secreto coloquio, desapareció la visión, dejando el alma de Francisco abrasada de seráfico ardor, y su cuerpo señalado con las llagas del divino Redentor. El santo religioso se esforzó en esconder ante los ojos de los hombres la merced que se le había concedido, pero Dios se complació en manifestarla mediante refulgentes milagros
MEDITACIÓN SOBRE CÓMO HAY QUE VENCER LA TRISTEZA
II. Para disipar la tristeza, consideremos que existen personas más desventuradas que nosotros. ¡Tantos pobres en los hospicios, tantos enfermos en su lecho sufren mucho más que nosotros! Las
bendtas almas del purgatorio, los condenados en el infierno, sufren tormentos incomparablemente más crueles que los que nos hacen gemir a nosotros. Aceptamos de buen grado esta tristeza para expiar nuestras faltas.
Si una hora de pena te resulta intolerable, ¿cómo sufrir los suplicios eternos del infierno? Piensa en esta verdad, y ya no derramarás lágrimas sino para borrar tus pecados.
III. Piensa en la tristeza que se apoderó del corazón de Jesucristo en el huerto de los Olivos; piensa en los tormentos que por ti soportó en la cruz, y di con Él: "Padre mío, que se haga vuestra voluntad; si queréis que gima durante toda mi vida, me someto a vuestra santa voluntad". Después de todo, no debemos esperar estar siempre alegres y contentos, puesto que Jesucristo y los santos han estado siempre en aflicción y lágrimas. Señor, quiero llorar con Vos, porque nadie puede gozarse en la tierra con el rico epulón y reinar con Dios en el cielo. Los cristianos deben temer los gozos de la vida presente y desear los sufrimientos con ardor.
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