domingo, mayo 22, 2011

22 de Mayo Domingo cuarto después de Pascua

(Evangelio según San Juan capítulo 16 versículos del 5 al 14)
Homilía de San Agustín, Obispo.

Habiendo predicho Nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos las persecuciones que habían de padecer después de su pasión, añadió y dijo: “Estas cosas no os las dije en el principio, porque estaba con vosotros; y ahora me vuelvo a aquel que me ha enviado”. Por lo mismo, ante todo debemos indagar si les había ya antes anunciado las futuras persecuciones. Ahora bien, los otros Evangelistas demuestran que ya se les había predicho suficientemente antes de celebrar la Cena; terminada la cual les habló como sigue, según San Juan; “Estas cosas no os las dije en el principio, porque estaba con vosotros”.

¿Acaso no se podrá resolver esta dificultad, diciendo que los otros Evangelistas hacen observar que la pasión del Señor estaba próxima cuando él hablaba así? El nos les había dicho, de consiguiente, estas cosas desde el principio, cuando estaba con ellos, ya que las dijo cuando estaba próximo a dirigirse al Padre. Y por los mismo, aun según aquellos Evangelistas, se halla confirmada la verdad de estas palabras del Salvador: “Estas cosas en el principio no os la dije”. Mas si esto es así, ¿cómo se salva la severidad del Evangelio según San Mateo, el cual nos refiere que estas cosas fueron pronunciadas por el Señor, no sólo cuando ya iba a celebrar la Pascua con los discípulos, estando inminente la pasión, sino desde el principio, en el pasaje donde los Apóstoles son expresamente llamados por sus nombres y enviados a ejercer el santo ministerio.

¿Qué quieren decir, de consiguiente, estas palabras: “Esto no os lo dije al principio, porque estaba con vosotros”, sino que la predicción que él hace del  Espíritu Santo, a saber, que vendría a ellos y daría testimonio en el momento que habrían de sufrir los males que les anunciaba, no la hizo desde el principio porque estaba con ellos? Este Consolador o Abogado (ambas cosas significa en griego la palabra Paráclito) no era necesario sino después de haber partido Cristo al cielo, y por esta razón no habían hablado de él en el principio, cuando él estaba con ellos, ya que con su misma presencia los consolaba.

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