jueves, abril 28, 2011

28 de Abril Fiesta de nuestro Santo Co-Patrono "San Luis María Grignion de Montfort"

PRIMEROS AÑOS  
San Luis nació en Montfort, Francia el 31 de enero de 1673 de una familia muy numerosa, el siendo el mayor de 18 hermanos. Uno de ellos murió en su infancia, 3 fueron sacerdotes y 3 religiosas. San Luis sobresalía entre sus amigos por su habilidad y su extraordinaria fortaleza física. De carácter era mas bien tímido y prefería la soledad.
Desde joven, San Luis tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen María. Frecuentemente lo encontraban rezando por largo rato frente a una imagen de la Virgen. Cuando tenía suficiente edad, pidió permiso para asistir en la misa de la parroquia en la mañanas. Como la Iglesia le quedaba a dos millas de su casa, tenía que levantarse muy temprano para llegar a tiempo.  Mientras estudiaba con los jesuitas en Rennes siempre visitaba la iglesia antes y después de las clases.  Participó en una sociedad de jóvenes que durante las vacaciones servían a los pobres y los enfermos incurables.   Les leían libros inspirados durante las comidas.
Pero no todo en su juventud era de color de rosas. Su padre, Jean Grignion, tenía la fama de ser uno de los hombres más coléricos en toda la región de Rennes. Y como Luis era el hijo mayor, era quien sentía mas el peso de la furia. Su papá constantemente lo incitaba a la ira. Ya por si mismo Luis tenía un temperamento tan fuerte como el de su papá, lo cual le hacía aun mas difícil soportar aquellas pruebas.. Para evitar un enfrentamiento con su papá, y el mal que su ira podría traer, Luis salía corriendo. Así evitaba la ocasión de pecado. Era todo lo que Luis podía hacer para controlar su temperamento. En vez de empeorar, a través de estas demostraciones de ira de su papá, Luis aprendió a morirse a si mismo y pudo aprender a ser paciente, dulce y crecer en virtud. Su papá, sin quererlo le proporcionó un medio para entrar en la lucha por la santidad a una temprana edad.

UN TOQUE DE GRACIA LO LLEVA AL SACERDOCIO
Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios que marcó su vida para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de Luis cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la penitencia, encontrando su delicia tan solo en Dios. San Luis aprendió rápidamente que lo que verdaderamente valía no eran los grandes acontecimientos en este mundo: el dinero, la fama, etc. Sino que el verdadero valor ante Dios estaba en la transformación interior.
 Escribe San Luis: "Esta es la forma en que actúan las almas predilectas. Se mantienen dentro de su casa .... o sea, mantienen sus mentes en las verdades espirituales (y no en  las de la tierra). Se aplican a la oración mental, siguiendo el ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su vida era su vida interior y quien amaba tanto la oración mental. Estas almas observan como tantos trabajan y gastan grandes energías e inteligencia para ganar éxitos y reconocimiento en la tierra. Por la luz del Espíritu Santo, saben que hay mas gloria y mas gozo, permaneciendo escondidos en Cristo y en perfecta sumisión a María, que en hacer grandes cosas o grandes milagros." 
En 1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios a través del Sacerdocio. La primera reacción de su padre no era favorable, pero cuando su papá vio la determinación de su hijo, le dio su bendición. Y así, a finales de ese año, San Luis sale de su casa hacia París.
EL SEMINARIO
Renunciando a la comodidad de su caballo, San Luis se decidió caminar los 300 kilómetros hacia el seminario en París. Durante su camino, se encuentra con dos pobres en distintos momentos. Al primero le da todo el dinero que su padre le había entregado, quedándose con nada. Al segundo, no teniendo ya mas dinero que darle, le entrega su único traje, regalo de su mama, cambiándolo por los trapos del pobre. De esta manera, San Luis marca lo que ha de ser su vida desde ese momento en adelante. Ya no se limitará a servir a los pobres, pues es ya uno de ellos. Hace entonces un voto de vivir de limosnas.
En aquella época habían seminariosseparados para ricos y pobres. Cuando llega San Luis al seminario, viéndolo en tan miserable condición, los superiores lo mandan al seminario de los pobres. Así se privó de la ventajas ofrecidad en el mejor seminario. En el seminario, San Luis fue bibliotecario y velador de muertos, dos oficios que eran poco queridos por los demás. Mas en el plan providente de Dios le proporcionaron opotunidades de mucha gracia y crecimiento.
Por su oficio de bibliotecario, San Luis pudo leer muchos libros, sobre todo, libros de la Virgen María. Todos los libros que encontraba de ella, los leía y estudiaba con gran celo. Este período llegó a ser para él, la fundación de toda su espiritualidad Mariana.
El ofocio de velar a los muertos fue también de gran provecho. Era su responsabilidad pasar toda la noche junto con algún muerto. Ante la realidad de la muerte que estaba constantemente ante sus ojos, San Luis apredió a despreciar todo lo de este mundo como vano y temporal. Esto lo llevó a atesorar tesoros en el cielo y no en la tierra. El llegó a reconocer que nada se debe esperar de los que es de este mundo más todo de Dios.
Su tiempo en el seminario estuvo lleno de grandes pruebas. San Luis era poco comprendido por los demás. No sabían como lidiar con el, si como un santo o un fanático. Sus superiores, pensando que toda su vida estaba movida mas bien por el orgullo que por el celo de Dios, lo mortificaban día y noche. Lo humillaban y lo insultaban en frente de todos. Sus compañeros en el seminario, viendo la actitud de los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de el, lo rechazaban muy a menudo. Y todo esto San Luis lo recibió con gran paciencia y docilidad. Es mas, lo miraba todo como un gran regalo de Cristo quién le había dado a participar de Su Cruz.
SACERDOTE
El 5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años,  fue ordenado sacerdote. Escogió como lema de su vida sacerdotal: "ser esclavo de María". Enseguida empezaron a surgir grandes cruces en su vida. Pero no se detenía a pensar en si mismo sino que su gran sueño era llegar a ser misionero y llevar la Palabra de Cristo a lugares muy distantes.
Después de su ordenación, sus superiores no sabían aun como tratar con el. San Luis estaba ansioso de poder empezar su obras apostólicas. Sin embargo sus superiores le negaron sus facultades de ejercer como sacerdote....no podía confesar ni predicar.... y lo mantuvieron un largo rato en el seminario haciendo varios oficios menores. Esto fue un gran dolor para San Luis, no por los trabajos humildes sino por no poder ejercer su sacerdocio.  Tenía como único deseo dar gloria a Dios en su sacerdocio y en sus obras misioneras. Mas como siempre, San Luis obedeció con amor.
Después de casi un año en el seminario, por fin San Luis se encontró con un sacerdote organizador de una compañía de sacerdotes misioneros, que le invitó a acompañarlo en otro pueblo. Sus superiores, aprovechando esta oportunidad para salir de el, le dieron permiso.  A San Luis le esperaba otra gran decepción pues cuando llegó a la casa de los padres misioneros, vio tan grandes abusos y mediocridad entre ellos que no le quedaba duda de que no podía quedarse. Escribió inmediatamente a su superior del seminario pidiendo regresar a París pero este le dijo que estaba siendo malagradecido y le hizo quedarse.  San Luis, que obedecía santamente a sus superiores, se quedó. Aun no le daban permiso para confesar y pasaba los días enseñándole catecismo a los niños.
ESCRITOS
San Luis dio a la Iglesia las obras mas grandes que se han escrito sobre la Virgen Santísima:  El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen , el Secreto de la Virgen, y El Secreto del Rosario. A estos se añade "A los Amigos de la Cruz".  La Iglesia ha reconocido sus libros como expresión auténtica de la doctrina eclesial. El Papa Pío XII, quién canonizó a San Luis dijo: "Son libros de enseñanza ardiente, sólida y autentica."

 
MUERTE Y CANONIZACIÓN
-San Luis murió en  Saint Laurent sur Sevre el 28 de Abril de 1716, a la edad de 43 años.-Fue beatificado en 1888 y canonizado el 20 de Julio de 1947. -Es venerado como sacerdote, misionero, fundador y sobre todo, como Esclavo de la Virgen María.
Sobre la tumba de San Luis de Monfort dice:
¿Qué miras, caminante? Una antorcha apagada,
un hombre a quien el fuego del amor consumió,
y que se hizo todo para todos, Luis María Grignion Monfort.

-¿Preguntas por su vida? No hay ninguna más íntegra,
-¿Su penitencia indagas? Ninguna más austera.
-¿Investigas su celo? Ninguno más ardiente.
-¿Y su piedad Mariana? Ninguno a San Bernardo más cercano.
Sacerdote de Cristo, a Cristo reprodujo en su conducta, y enseñó en sus palabras.
Infatigable, tan sólo en el sepulcro descansó, fue padre de los pobres, defensor de los huérfanos,
y reconciliador de los pecadores.

Su gloriosa muerte fue semejante a su vida. Como vivió, murió.
Maduro para Dios, voló al cielo a los 43 años de edad.

miércoles, abril 27, 2011

Desde la Cruz-Saludo pascual de Su Excelencia Reverendisima Monseñor Andrés Morello

Compañía de Jesús y de María
Monasterio Nuestra Señora de Guadalupe

Desde la Cruz

 
 Queridos Amigos:
                            Quiera Dios bendecirles.
                            Cada año, en las cercanías de la Pascua, tratamos de enviarles siquiera unas líneas para hacerles llegar nuestro saludo pascual. También nos ha parecido siempre que no deberíamos sólo saludar sinó que además pudieran servir nuestras líneas para que quienes nos leyeran pudieran acercarse más a Dios. Así entendido tratemos de volar juntos con nuestro pobre espíritu creado remontando la historia hasta aquél día aciago, el más triste, el más solemne y el más sublime del decurso de los hombres sobre esta tierra.
                   El primer día de la historia, aquél en que Dios hizo la luz y las cosas que ella pudiera iluminar marcó un asombro inexplicable en sólos los ángeles que pudieron contemplarlo al ver salir de la nada la realidad que hoy nos cautiva y nos embeleza y al ver que Dios la ponía sumisa ante ellos para que la rigieran como ministros suyos. El último día de la historia, aquél en que se cierre la última página del sucederse de las cosas, cuando Dios sereno porque siempre es justísimo, dará a cada quién según hayan sido sus obras, sus quereres, sus amores, sus vidas; ese último día tendrá algo de solemne e irreversible como nunca se habrá visto ni volverá a verse. Tendrá algo de indefinible y que no podremos expresar simplemente porque ese día será último, no tendrá ni mañana, ni nueva oportunidad. Será el umbral de la eternidad, la puerta sin retorno por donde se llega a Dios o se lo pierde para siempre.
         No queremos hablar ni del comienzo ni del fin de la historia, ni del primer día suyo ni del último. Queremos ir hasta el Viernes Santo, su día más triste porque crucificaron entonces al Amor; el más aciago porque dio su vida el Hijo de Dios; el más solemne que fue el de la primera Misa; el más sublime porque sólo ese día abrió para siempre el Cielo para los que fueran capaces de amar.
         Queremos subir hasta el Calvario que no es el monte más alto de la tierra pero sí el más alto de la historia y allí, hecha a un lado la turba, relegados los soldados, mirados con pena e indignación aquellos pontífices descastados de una figura que iba muriendo al instaurarse la Iglesia para siempre, acercarnos sí, reverentes y llenos de adoración a la Cruz del Salvador, locura para los paganos, escándalo para los judíos al decir de San Pablo (I Cor. 1,23).
         Nada ha habido igual en la historia ni lo habrá jamás. Y en medio de ese espectáculo siniestro para el mundo, triunfal para los allí culpables de su muerte y para nosotros piadoso y conmovedor, lleno de misericordia y de amor; cerca de la Virgen Madre y del discípulo virgen levantar los ojos, mirar la mirada de Cristo y tratar de leer en sus ojos algo de todo aquello que no dijo porque lo decía su entrega, la más heroica, en medio del abandono el más espantoso.
         ¿Qué decían sus ojos? Sin duda infinitas cosas, algunas tan divinas que fueran insondables para nosotros; otras un poco más entendibles para estas pobres creaturas.
         ¿No habrán buscado sus ojos mansos, en medio de aquella muchedumbre que lo veía morir sin hacer nada, a aquellos a quienes hizo el bien? ¿No habrá susurrado en su corazón    -Padre mío, dónde están los ciegos, los cojos, los leprosos, los endemoniados que sanó mi gracia? ¿Está por allí aquél que me dijo -“Te seguiré a donde quiera que vayas”? -Padre, los hombres piensan que lo que nos han dicho a Ti y a Mi sólo ellos lo han escuchado y que por eso nada vale, nada obliga.
         - ¿Señor, dónde están mis Apóstoles? Los sacerdotes de mañana ¿No nos dirán igual que los del Calvario -“Bájate de la Cruz y creeremos en Ti”?
         -Padre, no hay nadie que haga algo por Mi, nadie que lleve mi yugo suave ni mi carga liviana; nadie que quiera sin pedir a cambio como Yo les enseñé a querer.
         -Padre, ¿Se atreverán a decirnos -“No te seguimos porque tus sacerdotes están todos peleados y ninguno es ejemplar”? Padre, aunque fuera cierto ¿A quién van a seguir, a mis sacerdotes o a Mi? La deuda es conmigo, no entre los hombres; si no hay valientes ¿Qué esperan para serlo? Si no hay ejemplares ¿Qué esperan para ser virtuosos los que se quejan? Si es temible el enemigo ¿No les dije que las puertas del infierno no habrían de prevalecer?
         -Padre, aún así muero por ellos y para Ti, Tú lo mereces aunque ellos lo desprecien.
-Padre, ya habrá San Juanes junto a mi Madre y junto a Mi que quieran arriesgar por nosotros. Padre mío, valiente no es quien nos lo dice, sinó los que en medio de un combate desigual no dejan su puesto o se atreven entonces a pelear.

         Nosotros no somos quienes para poder decir lo que Jesús nuestro Señor no dijo desde la Cruz o lo que pensaba en aquellos momentos sublimes. Pero aún así y mirándolo a sus ojos ¿No habrá pensado algo siquiera de lo que acabamos de escribir?

         Santas Pascuas para todos y que Dios nos deje mirarle sin rubor.

                             Ave María Purísima.

                         + Mons. Andrés Morello.
                                                                               


Semana Santa 2011

La Semana Santa es la semana en la que se recuerdan los mas grandes Misterios de nuestra Redención, es decir: la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que son celebradas por la Santa Madre Iglesia con especial solemnidad, desde la época de los Apóstoles hasta hoy.
Es pues, ésta una semana de santa e íntimas emociones, muy apropiadas para afiansar nuestras fe y para la conversión de los pecadores. Las misas y oficios de estos días nos muestran de manera viva la perversidad y la ingratitud de los hombres para con Dios y la mansedumbre y el amor entrañable e infinito de Jesús para con sus enemigos y para con la pobre humanidad.

Es una semana de consuelo y de luto, que nos invita al arrepentimiento del corazón, a una buena y sincera confesión y a una fervorosa comunión, frutos presiosos de esta semana de salvación, que culmina con la gloriosa resurreccón del Hijo de Dios hecho Hombre.

La Capilla Virgen de Lourdes les desea una feliz Pascua de Resurrección.

A continuación cronica de la semana santa en imagenes.

JUEVES SANTO










VIERNES SANTO





SABADO SANTO
SOLEMNE VIGILIA PASCUAL 


















DOMINGO DE RESURRECCIÓN






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