domingo, abril 14, 2013

El celibato, garantía de un sacerdocio fecundo, para gloria de Dios y salvación de las almas


Santo Evangelio según San Juan 10, 11-16.Domingo del Buen Pastor 

“Ya no vivo yo, sino Cristo vive en mi”
(Gálatas 2, 20)

La castidad del sacerdote, es el sello divino, que demuestra la sinceridad y la humildad de su entrega a Dios; es una garantía que su oración es verdadera y que su apostolado entre los hombres es principalmente para llevarlos a Dios. Es por eso que se dice que el celibato es un don divino. Jesús mismo lo afirmo en el Evangelio: “No todos pueden comprender este lenguaje, sino aquellos a quienes es dado…hay eunucos (vírgenes, celibes) que se hicieron tales a sí mismos por el reino de los cielos” (San Mateo 19, 11 y 12).
Monseñor Straubinger al comentar el pasaje bíblico citado nos dice: “la virginidad es el camino más perfecto, pero no todos son llamados a él, porque no somos capaces de seguirlo sin una asistencia especial de la gracia”.
El Papa Pio XII hacia esta grave reflexión a los alumnos eclesiásticos (seminaristas) de Roma, en el año 1939:

“El sacerdocio os exige sacrificios que podríamos llamar extraordinarios, entre los cuales destaca la plena inmolación (la total entrega a Dios de manera sacrificada y con amor) de uno mismo en homenaje por el celibato. ¡Examinaos a vosotros mismos! Y si algunos se sienten sin fuerzas para guardarlo, Nos (Nosotros) les rogamos que abandonen el Seminario y se vayan a otra parte donde pasen la vida honesta y provechosamente; porque en la profesión (vocación, llamado-de Dios-) sacerdotal no podríamos vivir sin peligro de condenación eterna (infierno) ni sin deshonra (poner en ridículo, burlarse, desprestigiar, hacer perder autoridad) de la Iglesia.
1-Podríamos preguntarnos ¿Qué es un Sacerdote católico?; es necesario tener en claro esto para comprender mejor porque Dios quiere conceder el don del celibato por el reino de los cielos a los sacerdote y que no pertenece a la sola disciplina de la Iglesia, sino que sus raíces son más profundas.
2-Lo que no es un sacerdote:

Un animador de comunidad,
un presidente de la asamblea, un hombre al servicio de la comunidad,
un asistente social, un show master (maestro del show),
un hombre que dice cosas bonitas para agradar, un hombre simplemente popular,
un profesor, un empresario, un soltero con tiempo libre, un soltero con suerte que vive con todas las comodidades y sin trabajar, un coordinador de una Iglesia
, un delegado de la comunidad católica, un político religioso, un payaso espiritual para entretener al público, y así hacer las celebraciones más dinámicas y pasables; un soltero que tiene
derecho a divertirse y por lo tanto por la noche sale a bailar,
tomar, etc.; un soltero que guarda las apariencias pero a escondidas tiene alguna novia o algún novio, o en el peor de los casos siendo sabido por todos, todos disimulan
; un hombre contratado por un obispado o una parroquia para que se haga cargo de funciones sacerdotales y así después de cumplir ciertos horarios, lleva una vida mundana (funcionario eclesiástico), un hombre bien vestido, mantenido por un grupo de personas; un hombre que se siente muy solo y
es por eso que reclama casarse o tener algo, un gran deportista que va a un gimnasio, practica natación, etc.; (esto es saludable para el cuerpo, pero en el caso del sacerdote, su estado reclama no dar un espectáculo público),
sin contar el ambiente mundano y grosero de estos lugares públicos, no adecuado para la castidad sacerdotal; un hombre galán, que está al alcance de pocos; un líder religioso.

 3-Un sacerdote católico es:
Un hombre “crucificado con Cristo” (Gálatas 2, 19),
“un hombre-tomado de entre los hombres-, pero constituido por encima de los hombres para las cosas que pertenecen a Dios” (definición de San Pablo sobre el sacerdocio; Hebreos 5, 1); “…que los hombres los juzguen como ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios” (I de Corintios 4, 1)
; el Papa Pio XI en su encíclica “Ad Catolici Sacerdotii” (Sobre el sacerdocio católico) n°2, compara al sacerdote como: “…instrumento del Divino Redentor…es-Alter Christus-otro Cristo, puesto que hace sus veces, según la frase evangélica: -como el Padre
me ha enviado, así Yo os envió- (Juan 20, 21)”; el sacerdote principalmente se ordena a la celebración diaria del Santo Sacrificio de la Misa y a perdonar los pecados en el sacramento de la Penitencia o Confesión (confrontar Lucas 22, 19; Juan 20, 21 al 23)
; debe predicar la doctrina católica “Id y enseñad a todas las gentes…enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mateo 28, 19-20); el sacerdote debe ser maestro y hombre de oración; se cuenta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote que “…pasaba la noche rogando a Dios” (Lucas 6, 2), es por eso que diariamente debe rezar el oficio
divino o Breviario (tradicionalmente los 150 salmos divididos en una semana y 7 veces al día, con lecturas bíblicas y de los santos; es la oración oficial de la Iglesia para el Sacerdote y comete pecado mortal si la deja deliberadamente); su dignidad exige una elevación de espíritu, una pureza de corazón, una vida virtuosa, en una palabra santidad de vida; debe seguir el ejemplo de Cristo que por sus obras enseñó; su piedad debe ser sólida, por encima del sentimentalismo, basándose en los principios de la doctrina católica, y con una voluntad firme para resistir cualquier tentación o halagos del demonio
, del mundo o de su propia carne; de la vida de oración y sacrificio, llevado por amor de Dios y de las almas, el celibato o castidad sacerdotal recibe su consistencia y su esplendor, cuya observancia perfecta y total, es una obligación gravísima en los clérigos constituido en ordenes mayores (Subdiaconado, Diaconado y Sacerdocio). El celibato, como don de Dios se ubica dentro de la virtud sobrenatural de la templanza; esta implica moderación, equilibrio, madurez y el amor encausado; para que el placer no sea
quien dirija y así es reguladora de los placeres. El vivir el celibato supone el pudor, es decir ser cuidadoso de la intimidad, respetarnos y respetar; no utilizar nuestro cuerpo ni mostrarlo como mercadería. La castidad, cuida de evitar los tocamientos deshonestos, besos desubicados, vestir decentemente (cosa muy olvidada en la actualidad, aún entre los que se dicen consagrados a Dios), ubicación en el comportamiento (el sacerdote debe evitar excesiva familiaridad, especialmente con las mujeres) y debe cuidar la mirada que son los ojos del alma. Toda persona pero especialmente el candidato a ser sacerdote debe ser educado en materia de castidad no solo de palabra sino sobre todo cultivando un verdadero amor a Dios a través de una entrega total y absoluta a Nuestro Señor, podríamos decir una verdadera pasión por aquel que nos eligió y nos amó primero; se debe educar en la renuncia a los placeres buenos y lícitos del matrimonio cristiano y esto para responder al llamamiento divino; la educación implica también formar con la gracia divina un corazón indiviso y casto; es decir mi alma con todas sus potencias, mis sentimientos y sensibilidad entregados totalmente al amor y servicio de Dios y de su culto y esto para siempre.


El sacerdote debe poseer de manera plena la doctrina de la fe católica y su moral, sin cambios, sin adaptaciones para caer bien, sin modernismo, inclusive teniendo en cuenta también las leyes del culto o litúrgicas; porque debemos tener en cuenta que lo que uno celebra o como celebra es lo que uno creo o profesa y si somos católicos el sacerdote no se puede transformar en un simple pastor evangélico o en un animador de una fiesta o baile religioso. El evangelio del Buen Pastor en San Juan 10, 1-18 nos dice el mismo Cristo: “Yo soy el Buen Pastor, el buen pastor da su vida por las ovejas” ese dar la vida en el sacerdote que actúa en persona de Cristo significa sacrificarse como Cristo en el Calvario, empobrecerse como Cristo en el Pesebre y humillarse como Cristo en el Sagrario. Si hemos entendido esto, nos daremos cuenta que un sacerdote católico que no quiere vivir el celibato o castidad, es porque ya ha renunciado a ser buen Pastor para convertirse en un lobo con piel de oveja, que asesinará a las almas (las ovejas) con falsas doctrinas, con falsa moral, con falso culto; en una palabra en vez de servir a Cristo verdad, servirá a Lucifer el mentiroso y engañador desde el principio.
Reverendo Padre Ariel Jesús Damín
Misioneros del Santísimo Rosario   

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